viernes, 9 de mayo de 2008

San Pedro de Mapararí cuenta su historia de Las Turas

La presente es una reseña escrita por los miembros de la comunidad San Pedro, ubicada en la parroquia Mapararí del Municipio Unión. La hicieron con absoluta libertad en su territorio para ser incluida en el Atlas Etnográfico del Estado Falcón que lleva adelante nuestro Centro de Investigaciones Socioculturales del Instituto de Cultura del Estado Falcón, Venezuela. La publicamos textualmente, sin apenas haberle hecho ninguna enmienda o cambio.

Lic. José Millet

Coro, 09.05.2008

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SAN PEDRO DE MAPARARÍ CUENTA SU HISTORIA

Por los autores: tureros de esta comunidad

RESEÑA HISTÓRICA DEL PRIMER EVENTO DE LA FRATERNIDAD TURERA EN SAN PEDRO DE MAPARARÍ.

En el 1.992 surge una idea del profesor José Chirinos de hacer un encuentro de tureros en nuestra comunidad turera. Este primer encuentro se inició el 28, 29 y 30 días de San Pedro y San Pablo, donde asistieron tureros de El Tigre, El Jusal, La Duquesa, San Tacnus, el Río Mapararí.

En este evento se integraron para que se realizara José Chirinos, como Principal, Carmen Olivet, Samuel Bermúdez, Roselina Leal, Ender Rodríguez y esposa Flora Robertis, Simón Castillo, Ángel Colina y Tarcisio Gauna.

De este evento salió la donación del patio cedido por Servando Cordero, ganadero, dueño de la hacienda La Garza. Desde allí hasta la actualidad nos hemos independizado, y de allí arranca la base fundamental de La Casa de los tureros; esta casa lleva el nombre de Casa de las Turas “José Cecilio Salas”. También salen de este encuentro los beneficios que los tureros no tenían, por ejemplo, la ayuda para los viejitos tureros, construcción de la casa de los tureros, mejoras del patio de turas, y otros.

RESEÑA HISTÓRICA DE LA DANZANTE MAYOR Y SUS CAPATACES

Audelina Castillo de Garcés, hija de José Cecilio Salas, su mamá María dionisia Castillo. Con una edad de 90 años. Se destacó como danzante en las turas desde muy niña. A los 12 años andaba en los patios de tura con su mamá. Audelina fue y es danzante mayor por ser la hija mayor de Cecilio Salas. Al frente de las turas tiene un aproximado de 78 años como danzante, animadora y ser capataz.

RESEÑA HISTÓRICA DE ELICIA DEL ROSARIO CASTILLO

Elicia, hija de José Cecilio Salas, su mamá María dionisia Castillo. Elicia tiene 68 años, empezó a andar en los patios de turas a los 10 años, tiene 58 años al frente de las turas.

Como danzante en su historia cuenta que cuando la virgen María andaba huyendo de los fariseos que mataban a los niños, una vez los encontró y ella vio que estaban tocando las turas; y para esconderse de ellos se metió en medio de los tureros, llegaron los fariseos y dijeron: vámonos, estos son unos locos. No la vieron y la virgen bendijo en ese momento las turas.

VERSIÓN DE ELICIA CASTILLO

HISTORIA Y RESEÑA DE PAULA GARCÉS

Paula, hija de José Cecilio Salas, su mamá Pastora Garcés. Tiene una edad aproximada de 72 años. En las turas empieza a los 10 años y tiene danzando al frente de las turas 62 años.

Paula nos cuenta que en todos los patios de turas se mantenía una cadena de plantas medicinales, animales, guindados en el palacio: un cachicamo, el primer animal de las turas, aguardiente o guarapo, fuente de caña, chicha, fuente de carne de venado, marrano é monte , mazamorra y muchos jugos. El respeto sobre todo, la orden era del capataz y el mayordomo.

VERSIÓN DE PAULA GARCÉS

RESEÑA HISTÓRICA DE ANGEL COLINA

En Las Turas

Yo, Angel C. Colina Castillo, nací un 16 de junio del año 1959. Fui promovido en las turas en una edad comprendida a los 9 años de edad, bautizado en el año 73 en el patio de El Jagüey en los del Capataz mayor José Cecilio Salas, como Tureros Mayores Rodolfo Garcés, Hipólito Caciano Castillo. De allá hasta la actualidad me he venido destacando en las turas como tocador de todos los instrumentos de las turas, como fundador del primer grupo de tureritos, entre ellos está ahorita el turero José Castillo, Juvenal Castillo, Gregorio Hernández, Alexio Mora, Jesús Mora, Erico Marrufo, entre otros; Instructor de la Resistencia Indígena Ayamán, fundador de la Fundación José Cecilio Salas.

SAN PEDRO, 06 04 08.

PEQUEÑA RESEÑA HISTÓRICA NARRADA POR TARCISIO A. GAUNA

Tarcisio A. Gauna, 58 años de edad, natural y residenciado en este caserío. Duro caserío, fue habitado por primera vez por los señores Cecilio Salas y José Salas, siendo éste último el primero en llegar a asentarse en un fundo que le puso San Lorenzo; historia que conozco por versión del señor Cecilio Salas en el año 1976, ya fallecido.

También me contó sobre las turas y me dijo que estando muy pequeño se hizo turero en el patio de Monche Morles y Sixto Morillo, ubicado en un sector de nombre El Zulia. Hizo un patio en el nacimiento, al cual le puso el nombre de San Pedrito, del cual era devoto. Habiendo sido bautizado como Capataz de Las Turas por Sixto y Monche en los años 90 de 1800.

Belarmino Vásquez lo invita para que lo toque unos sones de tura en Mapararí, para pagar una promesa a la Virgen de Las Mercedes, quedando de acuerdo en tocarle todos los 24 de Septiembre.

Una vez fallecido toma el mando como Capataz él, su hijo Rodolfo Garcés como Sub-capataz Casiano Castillo los cuales se mantienen.

Las Turas es un ritual que se toca para rendir tributo a los espíritus benditos para que llueva y se den las cosechas, y promesas a petición de quien se haya comprometido. Se hacían juegos dentro del baile, la gallina, el zorro, el venado, matrimonios, el perro, el cazador, y otros.

Del 21 al 29 de Mayo se celebra al Día de Santa Rita, se le toca Las Turas. Dicha virgen la trajo Juana Carrasco, proveniente de La Peñita.

La primera formación de niños tureritos fue por el señor Ángel Colina. Hizo un grupo con los ñiños José Gregorio, Danny Antequera, Darwin Gauna, José Garcés, Pedro Antequera, Miguel Leal y otros, como Reina Audelina Garcés, de formación se mantiene .

Las Reinas de Las Turas: la primera Pragedes Chirinos (Siglo XVIII), la segunda Ingracia de Yugurí (Siglo XIX), la tercera y hasta el presente Graciela Antequera.

RESEÑA HISTÓRICA DE LAS TURAS.

Una de las vivencias donde se observa de manera concreta nuestra cultura prehispánica es el ritual aborigen o Danza de Las Turas (Danza del Maíz y de Vida), de carácter folclórico en homenaje a los dioses de la cosecha y en honor al santo San Pedro, celebrado dos días, 29 y 30 de Junio de cada año en la comunidad de San Pedro, Parroquia Mapararí, Municipio Autónomo Federación.

Con la flauta de carrizo inventada por los indios Ayamanes y mantenida hasta la actualidad, con ellas imitamos el canto de los pájaros, con los cachos de venado cubiertos con cera negra de vallude o de arigua; representa el sonido de los vientos y los truenos. Los trocones o tapara con semillas de capacho y maracas; representan las lluvias. Al juntar símbolos las turas originan el sonido de los espíritus de la naturaleza para darles gracias y bendiciones a los pueblos indígenas ayamanes.

RESEÑA HISTÓRICA DE LA FUNDACIÓN JOSÉ CECILIO SALAS

La Fundación fue fundada en 1.997, y se registró en el año 2004 bajo el Nro. 37, folios 186 al 189. Esta fundación lleva el nombre de José Cecilio Salas. Este protagonista fue el descendiente, el primer Capataz en la década de los años 30 hasta el año 1976.

José Cecilio Salas fue el fundador de San Pedro, fue quien por primera vez llegó a estas montañas vírgenes, acompañado de un tío de nombre Maximiliano Salas, trayendo con él la estampa del Santo San Pedro y sus instrumentos de las turas. El nombre de San Pedro fue por el santo, regalo que le hizo el padre Rivero en Churuguara.

RESEÑA HISTÓRICA DE LOS FUNDADORES DE LA FUNDACIÓN JOSÉ CECILIO SALAS

En el año 97, yo, Ángel Colina me propuse fundar esta fundación dándole el nombre de José Cecilio Salas, por ser el fundador padre de todos los tureros, abuelo de los descendientes.

El propósito de esta fundación fue para defendernos un poco de los manipulistas y así defenderlos un poco, reclamando nuestros derechos, ya que nuestras costumbres y tradiciones ayamanes hemos mantenido 500 y tantos años atrás, sin desmayar.

En la fundación y al frente están Ángel Colina Castillo, como Coordinador General (7.498.174), José de los Santos Castillo, como Coordinador de Eventos (13.269.051), Flora Robertis como Secretaria de Finanzas (3.097.667), Paulita Chirinos, como Coordinadora de Proyectos (18.480.025), José Luis Garcés, como Secretario (18.605.103) y Yolanda Antequera, como Asesor (14.733.141).

RESEÑA HISTÓRICA DEL CAPATAZ RODOLFO GARCÉS

En el año 77 tomó el mando como Capataz el señor Rodolfo Garcés. Tiene un tiempo limitado en Las Turas, de una edad comprendida de 73 años al frente de esta tradición indígena. Cuenta con 86 años de edad, como capataz o al frente de los tureros tiene 32 años. Rodolfo Garcés como capataz se encarga del respeto en el patio de las ceremonias y sahumerio de hojas de la montaña, llevar las plantas medicinales, llevar las reliquias en el patio, entre otros.

RODOLFO GARCÉS

RESEÑA DE HIPÓLITO CASIANO CASTILLO

Hipólito Casiano Castillo lleva en las turas un tiempo al frente de esta tradición, desde muy niño. Cuenta que ellos hacían turitas de tártago o de hojas de lechosa. Esa fue su inspiración en las turas y fueron amaestrados por los piaches de Monche Morles.

Castillo cuenta ahorita con 80 años. Tiene en las turas como turero Mayor y Chamán 71 años. Su comienzo fue aproximadamente a los 9 o 10 años. Es hijo de José Cecilio Salas y María Narcisa Castillo.

San Pedro cuenta su historia

La presente es una reseña escrita por los miembros de la comunidad San Pedro, ubicada en la parroquia Mapararí del Municipio Unión. La hicieron con absoluta libertad en su territorio para ser incluida en el Atlas Etnográfico del Estado Falcón que lleva adelante nuestro Centro de Investigaciones Socioculturales del Instituto de Cultura del Estado Falcón, Venezuela. La publicamos textualmente, sin apenas haberle hecho ninguna enmienda o cambio.

Lic. José Millet

Coro, 09.05.2008

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SAN PEDRO DE MAPARARÍ CUENTA SU HISTORIA

Por los autores: tureros de esta comunidad

RESEÑA HISTÓRICA DEL PRIMER EVENTO DE LA FRATERNIDAD TURERA EN SAN PEDRO DE MAPARARÍ.

En el 1.992 surge una idea del profesor José Chirinos de hacer un encuentro de tureros en nuestra comunidad turera. Este primer encuentro se inició el 28, 29 y 30 días de San Pedro y San Pablo, donde asistieron tureros de El Tigre, El Jusal, La Duquesa, San Tacnus, el Río Mapararí.

En este evento se integraron para que se realizara José Chirinos, como Principal, Carmen Olivet, Samuel Bermúdez, Roselina Leal, Ender Rodríguez y esposa Flora Robertis, Simón Castillo, Ángel Colina y Tarcisio Gauna.

De este evento salió la donación del patio cedido por Servando Cordero, ganadero, dueño de la hacienda La Garza. Desde allí hasta la actualidad nos hemos independizado, y de allí arranca la base fundamental de La Casa de los tureros; esta casa lleva el nombre de Casa de las Turas “José Cecilio Salas”. También salen de este encuentro los beneficios que los tureros no tenían, por ejemplo, la ayuda para los viejitos tureros, construcción de la casa de los tureros, mejoras del patio de turas, y otros.

Las Turas: San Pedro de Mapararí, por Lic. José Millet

Las Turas en Venezuela: su verdadero y profundo sentido ancestral

Por José Millet*

Lamento que se sigan arrollando tradiciones ancestrales que nos remiten al pasado más remoto de la Humanidad por dos impulsos, cada uno de los cuales más dañinos: por un lado, debido a la ignorancia y, por el otro, a la ligereza al tratar asuntos, en el que se exige extremo cuidado, en tanto están relacionados con la sensibilidad de un pueblo. Por lo primero, se han asumido afirmaciones que todos repiten sin el más elemental alto en la serena reflexión y en la comprobación de lo que la mayoría de la gente afirma mecánicamente. La primera afirmación es el dislate que vemos en obras recientes, a la firma de respetables organismos oficiales, como los encomiables Catálogos del Instituto de Patrimonio Cultural –IPC-, al afirmar que Las Turas son o consisten en un baile o en un ritual,. En el caso de Las Turas, estamos en presencia de fragmentos de un todo que no deja ver su fondo, de piezas que, en efecto, están dotadas de movimiento y de una dinámica que nos remiten a procesos simbólicos o a sistemas culturales, lamentablemente, desaparecidos o en vías de ocaso, de los que tenemos la suerte de contar en nuestro país con firmes exponentes, tanto humanos como espirituales, que nos permiten presumir su fortaleza y trascendencia en muchos y complejos sentidos.

La segunda afirmación se refiere a los instrumentos musicales de los que se valen los tureros o miembros de estas comunidades para “interpretar” o ejecutar la música con que se acompañan los movimientos colectivos en forma de danza que, en ocasiones, son realizados en algunos segmentos de estas festividades. Distinguidos investigadores, como nuestro coterráneo Luis Arturo Domínguez**, atribuyen al modo en que se producen estos desplazamientos al ritmo pautado por las flautas de carrizo o de bambú y otros, al de la planta de maíz. La composición organológica de Las Turas es mucho más compleja de lo que se visualiza en los referidos instrumentos: comprende el sonido producido por el desplazamiento de la gente mientras se desplaza por los variados escenarios en que tiene lugar esta celebración. Tiene que ver con el concepto mismo de Las Turas.

¿Qué son Las Turas realmente? Todo, menos un baile y mucho menos un rito: en todo caso y, en primerísimo lugar, son la evidencia de un discurso simbólico, algo fragmentado, aunque uno de los más ricos, complejos y diversos de cuantos forman parte del mosaico de culturas originales que existían aquí y que se pusieron en contacto e intercambiaron entre sí en nuestras tierras “americanas”, mucho antes de la invasión del conquistador europeo que terminó por dominar a los pueblos nativos que las habitaban a su llegada. En segundo término, las turas son la parte visible del resultado del proceso acarreado por la colonización foránea que, querámoslo o no admitir, trajo el etnocidio y el genocidio de los aborígenes, pero a su vez la transculturación que hoy podemos apreciar en infinitos ámbitos de nuestra sociedad y culturas.

Tampoco Las Turas son la sólo la manifestación de agradecimiento y bendición de las cosechas anuales obtenidas por los tureros, como ellos mismos manifiestan. Se trata, en efecto, de comunidades enclavadas en el campo e integrada, en su mayoría, por gente vinculada a la tierra a su cultivo, como los campesinos, conuqueros y, en menor medida, colonos; pero los tureros son algo más que simples labriegos, en muchos casos, son simples trabajadores del campo. Del mismo modo se toma la parte por el todo cuando se identifica la palabra tura con la planta del maíz, porque con ello seguimos manejándonos en la pura exterioridad del fenómeno, que es mucho más profundo y abarcador. Las turas se identifican con esa planta matriz y, al mismo tiempo, encierran en sí la totalidad del espacio cósmicamente concebido e imaginable, en el que están en primer plano los seres vivos: el hombre, las plantas y los animales, y, asimismo, con igual o mayor peso determinante, a las fuerzas y principios fecundantes propios de la Naturaleza; fuerzas que permanecen invisibles u ocultas y posibilitan la vida de esos mismos seres, la creación y su reproducción, encima de este planeta que denominamos Tierra. No es a la Madre Tierra sólo a la que se le rinde reconocimiento en estas celebraciones, sino a los principios que hacen posible la fertilidad de toda la materia orgánica—incluida, naturalmente, a los referidos seres vivo-- y que, en su seno, se continúe la existencia, sea la humana o la del resto de las criaturas. No es incorrecto decir que se venera la cosecha, con el impulso propiciatorio adicional de que sean colocados todos los elementos necesarios para que el Dador nos vuelva a conceder igual merecimiento en especies comestibles y en bienestar espiritual.

La comunidad turera de San Pedro de Mapararí.

Las entrevistas que le hiciéramos, a partir del año 2006, a Ángel Colina y José Castillo, dos de los directivos principales de Las Turas, perteneciente a la comunidad San Pedro de Mapararí, nos han proporcionado una valiosa información relacionada con la organización de que se ha valido esta comunidad para preservar y mantener esta tradición ancestral. La transcribimos a continuación y la acompañada de algunos comentarios y observaciones personales.

El 5 de enero de 2004, se legaliza** la Fundación que lleva el nombre de José Cecilio Salas, fallecido en 1977, y considerado uno de los capataces que mantuvo durante largo tiempo esta tradición indígena, que ellos asocian a las comunidades étnicas de origen ayamán. Al final de éste artículo ofrecemos la relación de sus miembros fundadores, aportado en la entrevista y que ha sido avalada por varios miembros de la propia comunidad durante algunas de nuestras numerosas visitas.

Cuando les preguntamos quiénes fueron los primeros capataces, nombraron al mencionado Cecilio Salas, fallecido en 1977 y a Rodolfo Garcés, su actual capataz, e identificaron como sus reinas más antiguas a Engracia de Yugurí, fallecida a los 78 años, y a Marcelina Antequera, quien aún ejerce ésta función.

En cuanto a la “composición organológica” o conjunto de instrumentos musicales empleados, resulta de mucho interés la relación de los instrumentos que identifican como los propios de Las Turas, a los que se asocian los siguientes nombres de quienes los ejecutan:

-Flauta Tura Macho: Hipólito Casiano Castillo

-Flauta tura Hembra: Rodolfo Garcés

-Cacho Mayor: Rafael Molleda

-Cacho Menor: Martín Garcés

-Cacho Mediano: Ángel Colina

-Cacho Pequeño: Simón Castillo, Enrique Castillo

-Maracas: José Castillo, Yovanny Colina

Las turas es vista por el común del venezolano como un “baile”, en tanto se producen numerosos movimientos coreográficos realizados al compás característico de los instrumentos musicales que acompañan a estas celebraciones. A continuación figuran los nombres de los danzantes de esta comunidad: Laudelina Castillo de Garcés, Elicia Castillo, Paula Garcés, Lourdes Antequera, Flora Robertiz, Carla Antequera, Morelis Antequera, Emérita Colina, Elita Mora, Dominga Garcés y Adelaida Mora

Calendario de las celebraciones tureras.-

Al año, pautan dos fechas para la realización de Las Turas: la primera, el 30 de junio, por motivo de la celebración católica de San Pedro y ocasión en que precisamente esta comunidad se ha esforzado por hacerse de un espacio de encuentro entre las numerosas comunidades de los Estados Falcón, Lara y Portuguesa, donde se ha mantenido viva esta raíz aborigen venezolana. A este espacio lo denominan Día de la Fraternidad turera, por cuanto se caracteriza como un compartir entre hermanos ideas y experiencias dirigidas al fortalecimiento de estas tradiciones. La segunda, el 24 de septiembre, la realizan por coincidir con “fiesta patronal de Mapararí”. Nos llamó la atención que agreguen una tercera fecha, el 07 de Abril, como “Día del aborigen Ayamán”. A pesar de que nadie en ésta comunidad resulta significativo la voluntad de un por ciento elevado de sus miembros de reivindicar su raíz ancestral, definiendo claramente de que comunidad étnica provienen los grupos étnicos ayamanes.

Comunidad Turera.

Las Turas es una festividad agrícola en que se invocan las fuerzas reproductoras de la naturaleza para que propicien la fertilidad de la tierra que acepte la semilla en su seno mediante una cópula. Esta intervención garantiza la siembra. Se produce en el período de equinoccio de primavera, de marzo a mayo, cuando las condiciones climatológicas son favorables a la actividad agrícola y durante el equinoccio de otoño, en el mes de septiembre. ¿A quién se le rinde culto? A esas fuerzas propiciatorias de la fertilidad y a la propia tierra? Al todo: a las fuerzas que se apropian de los miembros de la comunidad humana, a los animales y plantas, permitiendo que se conviertan en un sujeto colectivo, sin olvidarse de os espíritus ancestrales ni de os muertos, representados respectivamente por las flautas de carrizo, maracas y los cachos de venado.

Estas celebraciones coinciden con las épocas marcadas por el cambio de las estaciones: en mayo, cuando la primavera rompe con el período de las lluvias. La unión de la pareja formada por el Capataz y La reina de Las Turas, significa la cópula que derrama el semen que alentará a la tierra a recibir en su seno la semilla. Este “matrimonio espiritual” tiene el simbolismo del ciclo eterno de la regeneración de la naturaleza, no regido por las leyes de los hombres, y establecen el matrimonio legal.

La segunda época evoca la muerte: el debilitamiento, la naturaleza del verdor, de la fronda, la caída de las hojas y el anuncio del frío, o si se quiere, de la humedad. Los frutos cosechados deberán ser almacenados para conservarlos y usarlos en caso de que sobrevenga una temporada inclemente. Aún cuando en Venezuela no exista la sucesión indicada de las estaciones, igual el ciclo de las lluvias pone la pauta. Salvo condiciones climáticas no habituales, los ciclos lluvioso y secos pueden tomarse como regulares, y por tanto, referentes bastante seguros.

En los eventos realizados durante esta celebración se manifiesta todo un simbolismo. La marcha india de los tureros atraviesa los campos donde viven los tureros, y se dirige directamente a la fuente de agua: exactamente al ojo de agua, de donde nace la vida. Se atraviesa la poza y se adentra en el fondo de una cueva donde viven los espíritus, justo en “el nacimiento”. Se les reconoce así como indispensables dadores de dones esenciales, por cuanto si no existiesen o no dejaran que de su seno fluyese el líquido vital, ¿podríamos hablar acaso de agricultura?.

La siguiente estación establece una comunicación con los espíritus que moran en la corteza terrestre. Activadas las mencionadas entidades acuáticas, se procederá a “despertar” a la Madre Tierra, empleando los procedimientos acostumbrados de Las Turas: ensalmes, invocaciones y cantos, acompañados de sones de flautas de carrizo y de cachos. La convocatoria a los poderes ocultos, también alcanza a los insomnes gigantes que descansan, de pie, encima de la superficie sólida: el círculo de los tureros se desplaza alrededor de un árbol acompañado de su música y de los característicos movimientos corporales. Es la función exacta de las flautas: avisar al oído de las plantas, mediante el estremecimiento de su sonido, que debe activarse su capacidad reproductiva, el flujo de la savia, su ascenso a los gajos y a la fronda.

Los cachos de venado apartan la voz de lo opuesto, del polo negativo a la vida, de la muerte. Se trata de un recordatorio con la puesta del juego de los contrarios que conviven en un mismo plano, escenario y tiempo. En definitiva, esto es lo que motoriza la existencia al recordar lo que acontece permanentemente. Se invocan también así al reino animal: no hay nada de macabro en los sones alusivos a aves conocidas en sones donde interviene esa calavera astada. Creo que adicionalmente debe indagarse en consentimiento al llamado a una arista de agresividad representado por los pájaros invocados, a la lidia que caracteriza a estos inquietos y bulliciosos animales alados.

El mencionado simbolismo remite a un sistema de círculos concéntricos que parte de la fuente hídrica-el enigmático ojo de agua-, se traslada a la parte sólida contigua a la poza y la cueva, donde moran otros espíritus arbóreos y de los animales, hasta desplazarse a un destino final: el de los seres humanos. Pero que no se nos escape la definición del espacio inicial como aquel sin fronteras entre los estados de la materia, si no entrelazándose, interponiéndose e interactuando lo que mora en el agua, la tierra y el aire.

¿Qué aporta, cuál es la función y el sentido del traslado de los tureros, desde el espacio en que se produce o tiene lugar el encuentro de esos tres importantes elementos a otro espacio, en este caso habitado por los seres humanos?. Integrarlos en el todo de la naturaleza para que puedan funcionar en él´, como se quiere, a fin de alcanzar todas las metas propuestas, tanto a las fuerzas de la naturaleza convocadas como las otras que puedan aportar estas otras criaturas del reino, donde viven fluyen o interactúan otros espíritus, por ejemplo, los de sus ancestros. De ahí que lleven la relación detallada de cuanto aconteció en el pasado, y lo traigan al presente como para rendirles pleitesía a los habitantes de ese “otro mundo”.

También en el interior de la organización humana acuden y fluyen diferentes tipos de energía, dados por muchos elementos y eventos que allí tienen lugar. Disponen de los frutos de la cosecha y los procesan para distribuirlos en determinados momentos de las fiestas. Sólo al saber que el dominio del fuego los sitúa por encima de otras especies de su propio reino este último elemento nos permite adelantar algunas ideas que permitirán darle la ubicación aproximada y función que este postrer espacio tiene.

El movimiento del sistema de círculos concéntricos se detiene en un espacio abierto, denominado “Patio de Las Turas”, restrictivamente hablando. Nuevamente estamos en presencia de otro espacio sagrado: en su centro una cruz, con los diversos sentidos que ella tiene, en su relación con el corte de los espacios y su asociación con la muerte; alrededor de ella, los frutos de la cosecha, obtenidos normalmente en el conuco local. Entre los frutos mostrados destaca el maíz, en este caso la plantea-dios que se ha sacrificado- para que su cuerpo y su espíritu sean compartidos por cada uno de los tureros. El acto de en colectivo cerrado y unido, el tótem del que nacimos, es sólo un episodio de ese movimiento rítmico y acompasado, que nos esforzamos por aprehender.

La cruz como referente de la religión judeo-cristiana, nada tiene que ver con los grupos y comunidades étnicas que poblaron nuestro continente y se mantuvieron en él mucho antes de la existencia de Cristo. Pero su ubicación en el “patio turero” es una clara remisión al carácter social al que hemos arribado en esta tercera “estación. No se trata de un espacio más de los existentes en estos vastos ámbitos rurales, si no de uno marcado por un tipo de organización social específica: la humana, específicamente, la signada y ubicada en el occidente cristiano.

*Antropólogo cubano especializado en culturas populares caribeñas. Ver su ficha académica en los web side: www.afrocubaweb.com y www.archivocubano.org

** La “Fundación Cultural José Cecilio Salas” tuvo como fundadores a los siguientes tureros: Ángel Custodio Colina , José de Los Santos Castillo, Nelson Antonio Matute, Carlita coromoto Antequera, Lisandro Rafael Antequera, Eddie Santo Páez, Rafael Ramón Rivero, Rafael Simón Chirino, María Lourdes Antequera, Marcelina del Carmen Antequera, Marelis del Carmen Antequera, Rafael José Molleda, Cecilio Antonio Castillo, Alida María Chirino, Martín Ramón Garcés, Salvador Vásquez, Dominga Ramona Garcés, Aureliana del Carmen Hernández, Carmen Lucía Acosta, Emérita Colina de Martínez, Adelaida del Carmen Mora, Elita Ramona Mora, Gloria Josefina Rivero, Clan Antonio Rivero, Paulita Chirino, Flora Robertiz, José Luis Garcés, Yolanda Antequera.